viernes, 5 de diciembre de 2008

Sueños extraños




Apenas se ha movido la Luna dos palmos en el cielo desde que empezó a viajar de vuelta al cruce, pero no puede evitar darse la vuelta, de pie sobre una rama alta, y contemplar lo que deja atrás...el mismo corazón del Elyandel, un completo misterio todavía, incluso para él...

Ve por el rabillo del ojo el nervioso deambular de la sigilosa pantera algo por encima de él...también Luna está intranquila...Un leve suspiro, una ligera exhalación en la noche del bosque...todo parece tan tranquilo...las luciérnagas se confunden en el aire con las volutas de niebla bañadas por la luz de la luna, con las esporas, los pólenes que flotan en el aire entre los descomunales árboles monocromos que conforman el impenetrable corazón del Bosque Azul, retorcidos, enredados, unidos todos entre ellos hasta el punto en que es imposible discernir si los colosales brazos de madera que se alzan decenas y decenas de metros por encima del suelo son ramas o raíces...

Bajo el manto de estrellas, los gruesos cordones de madera casi parecen argénteos, coronados por grandes hojas de un azul demasiado intenso para ser natural. Pero lo es. Nada aquí es lo que parece ser...tan tranquilo, tan vacío...nadie podría conquistar el corazón del Bosque Azul, es algo sobrecogedor, aunque no amenazante...no para el cauto...Sus enmarañados árboles, tan grandes que hacen que los desgarradores que trepan por ellos parezcan hormigas, pulsan, laten con algo que está mas allá de la magia...con algo antiguo y primigenio, misterioso...algo que lleva siglos allí, muchos siglos... Nunca olvidará aquella noche, aquel solsticio de verano...

Llevaba muchos días intentando internarse mas y más en el bosque, viajando cada noche hacia el centro, pero por alguna razón que no alcanzaba a comprender, siempre acababa desviándose, nunca podía alcanzar la enorme densidad que podia verse a lo lejos, desde las copas de los árboles mas altos.
Sin embargo, aquella noche algo le guiaba, tenía la sensación de estar yendo hacia donde quería por primera vez en varias noches, así que siguió en la misma dirección durante horas, corriendo, saltando de rama en rama, balanceándose, descolgándose, trepando...Pero una vez mas el amanecer se le echó encima.
Maldiciendo por lo bajo, bajó del árbol, y con un penetrante silbido, le comunicó a Luna dónde estaba. Anduvo en silencio arriba y abajo hasta encontrar un glotón enfermo que le serviría bien. Tras el pesado desayuno, que le llevó media mañana, buscó un hueco frondoso entre ramas y se encogió en él, esperando despertar a media tarde. Fue un descanso extraño, muy extraño; lleno de susurros en el viento, de murmullos en las hojas, de olores silvestres, de movimiento...

Cuando abrió los ojos, creyó no haber despertado aún. Dos enormes y brillantes ojos de corzo, infinitamente negros. Apenas a un palmo de su cara, miran con una extraña y turbadora curiosidad...Una esbelta y menuda figura femenina, en cuclillas ante él, perfectamente quieta. Enredaderas su cabello, un gris azulado su piel a la luz de las estrellas, con una imposible textura de caoba...Un perplejo parpadeo, ya no está...un sueño...un extraño sueño...Se levanta el elfo con la inquietud golpeando cada vez con mas fuerza en su pecho, desorientado...un momento...la rama en que durmió era diez, no, veinte veces mas fina que ésta...Mira alrededor completamente perdido,y se convence de no haber despertado. Árboles demasiado grandes para ser de verdad extienden sus azules ramas y hojas por todos lados. Arriba, la torre arbórea parece no tener fin, abajo, no puede verse el suelo entre la amalgama de surreal vegetación. A sus espaldas, se extiende el Elyandel, uniforme en la clara noche de Luna llena, a muchos metros bajo él.

No puede haber Luna llena, ayer apenas si habia empezado a crecer...más importante aún, había dormido todo el día para despertar aquí...Y se gira de nuevo hacia el monstruoso coloso de infinitas plantas que hierve de vida. Contínuamente cree ver por el rabillo del ojo rostros que le observan desde el follaje, desde la ramas, pequeños puntos de luz, cosas brillantes, ramas que se mueven a pesar del inexistente viento...pero cada vez que mira, como si estuviese siendo presa de una retorcida broma, el onírico paisaje aparece perfectamente quieto y vacío, normal...no, algo así no puede ser normal...

Entonces empieza; un sonido como de tambores a lo lejos, de flautas y ocarinas en el viento, bien podrían ser cantos de pájaros, pero sabe que no lo son...Viene del centro, de lo profundo del gigantesco árbol, de su oscuridad azul...Y se encamina hacia el sonido, nervioso, asustado, pero hipnotizado...Algo se le acerca por detrás...oh, sólo es Luna, la sigilosa pantera, que le sigue con sinuosos andares. Ella parece tranquila.

Así que se adentra en el bosque de ensueño, un paisaje que está convencido sólo existe de noche, andando por las enormes ramas, trepando por lianas mas gruesas que él mismo, subiendo por los ciclópeos troncos de un azul blanquecino, siguiendo la extraña música, si es que se puede llamar así, que parecía venir ahora de arriba. Suben los dos, suben tanto que el elfo cree que no podrá bajar, suben durante lo que parecen horas, pero la preciosa Luna llena sigue en el mismo centro del cielo, brillando llena sin moverse un ápice.

Pero deben estar acercándose, porque se oyen cantos. Aunque más que oirse, se sienten, tirando de él hacia arriba, con voces que no son humanas ni élficas, en una lengua salvaje y misteriosa, bella en su incógnita, acentuando hasta los límites el ambiente de onírica magia de esta noche. Hace mucho que no sabe si sigue soñando o ha despertado, probablemente nunca lo sabrá. Pero solo puede seguir trepando, siguiendo la música que sabe escuchar sólo dentro de su cabeza, siguiendo los exóticos cantos. Los brazos y las piernas deberían dolerle desde hace mucho, lleva una eternidad subiendo, pero no es así, no duelen, la única sensación hoy es ese misterio que flota en el aire, esa magia que parece haberlos secuestrado en un mundo ajeno...

Y al fin, el ascenso termina, pero nadie podria haber estado preparado para lo que espera en la cima. La copa del agigantado árbol acaba en plano, en una lisa superficie de madera llana de al menos cincuenta pasos de diámetro, sobre la que bailan y retozan una miríada de seres que sólo deberian existir en las fábulas, rodeados por las ramas mas pequeñas que se alzan desde saben los dioses donde. Y todo lo corona la Luna, brillando en el centro exacto de la cúpula celeste, mayor de lo que nunca la había visto. Mujeres como la que creía haber visto abajo, de inmensos ojos negros sin pupilas, cubiertas algunas con verdes y azules hojas que parecen brotar de su misma piel, no cesan de bailar y cantar provocadoras, acariciantes. Pequeños hombrecillos con peludas piernas de cabra tocan caramillos mientras siguen extasiados el ritmo, nubes enteras de pequeños seres parecen volar por todos lados entre agudas risas, y otras criaturas aún mas bizarras se mantienen en el exterior del círculo, observando. Alda se queda paralizado por completo, sin poder dejar de observar el espectáculo que se desata bajo la luz de la luna estival, ante sus incrédulos y muy abiertos ojos. Si le quedara algo de cordura, la habría perdido en este mismo momento...

Pero de repente, toda la música cesa, todos los cantos callan, y todos los pares de ojos se clavan en él. Se escuchan los susurros por todos lados a la vez, sin que nadie abra la boca ni se mueva, sin que las docenas de ojos negros parpadeen siquiera. Y lentamente, algunas de las figuras empiezan a acercarse, aunque mas que acercarse, se deslizan hacia él, o aparecen más cerca. En unos pocos segundos el aire a su alrededor hierve de susurros inaudibles, de sensaciones indescriptibles, de sueños no soñados, mientras las figuras giran a su alrededor cada vez más cerca, sin dejar de murmurar, alargando manos fugaces para rozarlo, acariciarlo, cogerlo, estirarle hacia un lado, hacia otro, mareándolo aún mas de lo que ya lo está, volviendo todo su desconcierto, su desorientación, su miedo, en una confusa amalgama de emociones indiscernibles, tornando el surreal sueño en algo que se le antoja amenazante y peligroso.

Un violento y ronco bufido rompe el aire, sonando desagradablemente real, vulgar, partiendo la tensión de la magia flotando en el ambiente. Cuando Aldarion vuelve a abrir los ojos, está solo en el imposible patio, sólo la pantera le mira con una ambigua expresión. El mareo se abalanza sobre él con tal fuerza que no alcanza a hincar una rodilla, todo se da la vuelta, los colores se mezclan, los sonidos se deforman, y antes de caer, sólo atina a creer escuchar un fino susurro “demasiado humano...demasiado humano para nosotros...”

Menea la cabeza el elfo sobre la rama, contemplando aún los gigantescos árboles junto a Luna, y no puede evitar sonreírse amargamente. Ni siquiera a él se le escapa la ironía de que el bosque no lo reconociera como uno de los suyos...Despertó la noche siguiente, en el mismo sitio en el que cayó, Luna le esperaba. Bajó y anduvo durante mucho, muchísimo tiempo por la arboleda de imposibles proporciones, pero nunca volvió a encontrar a ninguno de esos seres allí. Se dio cuenta también de que no importaba cuanto pasara allí, que nunca amanecía hasta abandonar el lugar, y que era capaz de encontrarlo y volver ahora, aunque, por supuesto, sólo cuando el Sol ya se había escondido, pues él nunca permitiría la existencia de tal paisaje.

-Ni a un mundo, ni al otro...je...- dice bajo, sonriéndose y dejando escapar un colmillo por fuera de los labios. Vamos vieja, vamos...- y echa a correr, saltando de nuevo de rama en rama hacia los dioses saben donde...

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