martes, 2 de diciembre de 2008

Desvaríos

Anoche no supe aullar a la Luna
Lo intenté y lo intenté, yo buscando su consuelo
Pero ninguno de mis intentos a ella pareció gustar
Al final la de plata me miró, y extrañada, preguntó:
"Los gatos no lloran, los hombres no aullan,
y lobo seguro no eres. ¿Quien eres pues, que no sabes lo que intentas?"
"Pues si las almas de gato no lloran, y mis ojos de hombre se secaron,
¿De qué otra forma me he de lamentar?"
La Luna negó, y paciente, escuchó,
hasta que las voces se quebraron y los suspiros callaron, y finalmente, susurró
"¿Cómo ha de saber llorar, aquel que desconoce lo que su pecho encierra?"

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