domingo, 30 de noviembre de 2008

Ah... Creo que esto es una introducción.

Bueno, es de noche, y la noche, como a todos, me confunde. Vale, bromas fáciles a parte, sabeis bien a qué me refiero. Quizás sea confusión, quizás sea claridad, quizás simplemente sea otra cara de las personas. Pero es un hecho que nos cambia. La noche echa abajo muchas máscaras, muchas fachadas, y de repente, te encuentras escribiendo cosas que no deberías estar escribiendo frente al ordenador. El ordenador... Eso tambien tiene la culpa de buena parte de esto, pero es otra historia ya.

El asunto es que esta noche he leído algunas cosas, y he sentido ese cosquilleo que dice... ¿Por qué no tú tambien? Un lugar donde escribir algunas de las cosas que se me pasan por la cabeza, aquellas de las que nunca hablas en persona. Naturalmente, solo algunas, porque la mayoria de las cosas que se me pasan por la cabeza prefiero no expresarlas. No es por nada, pero es que hay cosas que, si las dices, si las exteriorizas de forma tan clara y evidente, pierden todo el valor. Desde un simple "te quiero", a toda una filosofía de vida, si lo plasmas en palabras, si lo gritas a los cuatro vientos... parece que estés ensuciándolo, quitándole su pequeña parte de magia, aquello que lo hace especial, que te hace especial.

Aunque claro, el problema está en que la línea que separa aquello que puedes contar de aquello que no, o aquello que simplemente puedes sugerir, dista mucho de ser clara, en parte por este maldito efecto de eso que llaman noche, así que no os extrañeis de ver entradas borradas de un día para otro sin mas. Pero me conozco relativamente bien, y sé que no tardaré en abandonar esto; no es solo mi increible inconstancia y mis aires bipolares, es que tarde o temprano hablaré de mas, pues el impulso de vaciarnos, de soltar todo lo que tenemos al mundo, y de contarlo todo, siempre estará ahí. Depende ya de la filosofía de cada uno el obedecerlo o no. Pero bueno, mientras me canso y no, tengo un rincón donde ir soltando lo que me rebosa.

Y después de esta ñoña sucesión de sinsentidos (ya me releo y me doy arcadas), empezaré por simplemente poner un antiguo escrito mío, por qué no. No es mas que un relato que escribí una noche de ésas en que cuando te das cuenta, estás vomitando frases sobre el teclado. Es acerca de un viejo alter ego mío, un personaje de fantasía, en un mundo de fantasía. No le di mayor importancia en su momento, pero un día mi padre encontró una copia impresa del mismo, y la leyó. Y se preocupó. De hecho anduvo un buen tiempo detrás mio con lo de siempre "Albert, ve a un psicólogo, Albert ve a un psicólogo". Al carajo Albert y el psicólogo, digo yo siempre. Todos sabemos bien como son los padres, y el mío exageraba de largo, pero sí es cierto que la corta historia refleja... cosas. Cosas que aún hoy, dos años después, siguen tan vigentes como el primer día, sensaciones... Sin mas, aqui dejo mi piltrafilla:



De nuevo noche sin Luna, de nuevo nubes negras, tormenta...Dos ojos amarillos se alzan al cielo, blancos mechones mojados intentan esconderlos. No pueden. Una mirada intensa, tan intensa como...tan intensa como perdida, lejana...

Aldarion echa a andar cabizbajo, notando la hierba mojada en las plantas de los pies, notando en el peso del cabello, la caricia de las finas gotas de lluvia...notando lo que siempre consiguen sacar las noches como ésta, lo que no quiere recordar.
No sabe a dónde va. No le interesa, no hay diferencia...Sigue de forma instintiva el camino del este, hacia las puertas exteriores, hacia ningún lugar. Apenas una sombra, anda agazapado entre la hierba alta, al amparo de la cerrada noche...maldito su amparo, diablos...

Los guardias del turno de noche no se percatan de que alguien sale...aunque probablemente tampoco lo harían si les pasara por el lado, hoy vuelven a estar borrachos. Y se abre el campo de montículos de los exteriores...hierba pisada...un río fresco, negras sus aguas como si a la mismísima Estigia fuera a desembocar...y los gritos de los kóbolds a lo lejos, esperando a alguien que se deje matar fácil. No podían saber que se esperaban a sí mismos...pero da igual, en las noches como ésta, la sangre parece agua, aún la que mana de los cuerpos de los lagartos...

Sigue el río, sin saber por qué, sin preguntárselo...La tormenta arrecia, fulminantes relámpagos iluminan el cielo, la retorcida argamasa de negras nubes. Silba el viento en los oídos, golpea el agua en la cara...Como siempre.

Y siguen los pies moviéndose por voluntad propia, o quizá ajena, pero no importa, se mueven. Se gira levemente una oreja, da un respingo; se distingue un parloteo entre el viento y los truenos.
Un gigante verde y verrugoso es el origen...se queja a los dioses del maldito temporal...hasta que ve a la pequeña figura que le mira desafiante desde el camino, con los amarillos ojos brillando.
Dos armas lleva, dividido está. Los ojos helados, el corazón ardiendo. Sale disparado el menudo ser hacia él de golpe, explotando sin previo aviso con un agudo bufido de gato, áspero y rebosante de rabia...y antes de poder darse cuenta, se han enzarzado...frío y calor, fuego y hielo...y todo termina.
Lo mira Aldarion de pie, bañado en sangre, lo mira insultante, lo mira frustrado. Débil, débil, débil...débil! Y una recriminatoria patada sacude el cadáver.
Parece que tampoco hoy morirá...Y siguen los pies su inescrutable curso, aunque más despacio, heridos. Siente su sangre escapar, latiendo allí donde el trol desgarró, pero no para, no va a pararle el dolor ahora. No ése dolor, este es casi reconfortante, piensa estrujándose con fuerza la herida del hombro, clavando las uñas en ella sin dejar de moverse. Este se siente aquí ahora, se sabe de dónde viene, y se irá. Malditos sean los dioses.

Larga se hace la noche, largo el camino, larga la lucha y agudo el dolor, pero al final, como todas, pasa, enterrándolo todo de nuevo bajo la lluvia, tapando lo que no se puede tapar, lo que acabará por salir...el precio; unas cuantas marcas mas. Unas pocas mas...ya hay muchas, no se notan, está bien...está bien.